Las pasadas de la Mena. Memorias de una nonualca

Abstract

Esta historia narra en cinco partes con pequeños episodios, memorias de la vida de una mujer luchadora, quien nace en la extrema pobreza en un pueblo lleno de desolación y falta de oportunidades laborales, sin embargo, fue visionaria y a fuerza de mucho trabajo logró alcanzar varios de sus objetivos, convirtiéndose en una mujer de negocios admirable que logró salir adelante, a pesar de tener poca escolaridad. La niñez, etapa donde pierde a su padre, inicia y deja la escuela en el segundo grado para dedicarse a trabajar, padece la muerte de su hermano menor, episodio que impacta su vida de manera importante. La falta de trabajo hace que ella y su familia emigren del pueblo a la ciudad en busca de oportunidades. En su juventud, tal como en su niñez, no gozó de diversiones, juegos de ningún tipo, amistades, ni muestras de cariño en su casa, pues la prioridad era sobrevivir. En su etapa adulta, trabajando en una finca, queda embarazada de un capataz, dando a luz a su primera hija, siete años después da a luz su segundo y último hijo. Años después sufre la muerte de su madre María, a quien amaba profundamente. Inició su trabajo en una fábrica de telas, con lo poco que ganaba, ayudaba con la manutención de sus sobrinos y muy poco le quedaba de su sueldo. Nunca fue una mujer romántica, nunca se le conoció un novio, ni enamorados, mucho menos esposo, nunca se acompañó con el padre de sus hijos. La hija mayor al crecer, en la adolescencia y llevando casi la misma vida que ella, se fue de la casa, tuvo dos hijas, las cuales a los dos y tres años, quedaron a cargo total de la Mena. La Mena dejó de trabajar y se dedicó a los negocios, abre una tiendita pequeña y comienza su emprendimiento, se convierte en una mujer exitosa por saber manejar sus finanzas; no era rica, pero la comida no le faltaba y en todo negocio que ponía, le iba muy bien, debido a su capacidad administrativa. Era dura con sus nietas, los castigos eran fuertes y a veces hasta crueles. Así como ella fue criada, también lo hizo con ellas. No les compraba juguetes, ropa dos veces al año para época navideña, no les daba muchos besos, ni caricias; les enseñó a trabajar arduamente para ganarse la comida y un techo para vivir. Ella quería ser ejemplo de rigor y disciplina para sus nietas, no quería que en plena adolescencia se fueran de la casa con un hombre y llevaran mala vida. Su carácter a veces la ponía en dificultades ante los demás, pero en la mayoría de veces hacía que le tuvieran temor y respeto. No profesaba ninguna religión, pero leía la biblia, aunque también creía en supersticiones. La Mena, nunca se maquilló, nunca se arregló con malicia, nunca bailó en su vida, nunca se reunió con amigos, era muy humilde y sencilla en su vestir y en su aspecto; en su hablar era muy directa y usaba algunas palabras soeces, en su temple y carácter era una mujer muy determinante, de temor, respeto y admiración para quien le conocía. Ya entrando en su tercera edad, etapa de madurez, conoció a Jesús y su vida cambió. Tuvo más calma, menos afanes y un poco de libertad. Siempre vivió sola, pues no le gustaba dar cuentas a nadie de su vida. Le gustaba ser independiente. Era una artista nata, hacía canastas de nylon, carteras tejidas para vender. Le encantaban el dibujo y la pintura, dibujó y bordó varios cuadros preciosos para cada miembro de su familia, matizándolos en tonos que los llenaban de vida y amor. Durante toda su vida, no tuvo alegrías, solo angustias, trabajo y tristezas, aún el día de su muerte, está la esperó para ayudarla a bajar el canasto de su cabeza. La Mena fue una mujer admirable, inteligente, audaz, valiente y constante. Siendo su ejemplo de vida lo que impulsó a su familia a superarse, dejando atrás el círculo de pobreza que les rodeaba